7 - Hogar

El cielo era de color púrpura y el sol todavía remoloneaba por debajo de la línea del horizonte.
En casa reinaba el silencio y las estancias empezaban a iluminarse poco a poco con la luz de lo que iba a ser un soleado día de invierno.

Leo escribía en su diario junto a la ventana, cuando escuchó a alguien tocar suavemente a la puerta, solicitando permiso para entrar.
A su respuesta, el niño entró cerrando tras de sí y se sentó a su lado.

- Yo también escribo un diario.

- Ahora ya tenemos dos cuadernos en los que poder dejar constancia de toda esta locura, ¿no crees?

- Sí… - respondió Christian riendo, y ambos se quedaron callados, viendo amanecer por la ventana.

- Se supone… - arrancó Leo titubeante, sacando al niño de sus pensamientos- Se supone que yo soy tu secuestrador…  lo cual me hace sentir muy violento y no saber cómo actuar. 
Como comprenderás, – prosiguió, ante la atenta mirada del chico -, discrepo categóricamente con la manera en que se te ha restringido la libertad, pero comprendo el objetivo de Clara con ello. Y es nada menos que dejar, de una vez por todas, de permitir a los poderosos (y sus cachorros) seguir tomándose…

- La libertad de elegir lo injusto. Lo sé. Y ahora, lo comparto, creo…

Parecía que, sin haberse coordinado previamente, los secuestradores expresaban sus ideas en la misma línea de discurso y se basaban en los mismos fundamentos. Leo estaba impresionado con esto, y también con la lucidez mental del pequeño Christian, quien, espontáneamente, se había puesto a dibujar y colorear criaturas fantásticas en el cuaderno donde antes escribía.
Leo se quedó observando enternecido las monstruosas criaturas que el niño inventaba, hasta que éste, dando un brinco, se irguió y disculpó atropelladamente:

- Oh! Lo siento, perdóname, te prometo que no leí nada… ¡lo lamento mucho! Clara me acostumbró en poco tiempo a que nada es de nadie en esta casa, sino que lo utiliza quien lo necesita, ¡y me permití la grosería de garabatear tus escritos!

- ¡Quedó genial! Y yo también vivo en esta casa, así que las normas, son las normas.

- Oh, gracias…

Tras unos segundos más de silencio, Leo preguntó:

- ¿Echas de menos a tu familia?

- Sí, y lo que más me preocupa es que no sufran. Pero siempre supe que hay muchas más personas ahí fuera, sufriendo por muchas otras razones, y ahora todo esto va a cambiar algo en mi familia para muy bien.

- ¿Tú crees?

- No tienen más remedio. Clara no me soltará hasta que no cumplan con su parte, y yo no pienso escaparme.

- Pero… le envían más y más dinero cada día… ¿Qué rescate estableció entonces?

- Al parecer todavía no sabes que el rescate lo pacté yo mismo – respondió el niño.

- ¿Tú mismo? Explícate.

- Clara me recogió y condujo aquí. Tras las primeras horas de confusión comencé a aceptar comunicarme con ella y fue entonces cuando me explicó debidamente el “por qué yo”. Mi madre y mi padre son magnates de la ingeniería, en posesión de las patentes de los más avanzados dispositivos y la tecnología más vanguardista. Estos son frutos de largas y siempre ampliadas carreras y muchos años de duro trabajo. Les admiro y admiraré por ello.
Lamentablemente, - prosiguió -, los contratantes que mantienen su imperio son industrias armamentísticas y servicios gubernamentales, parte del negocio familiar que, obviamente, nadie me había explicado. – el chico tomó aire para continuar, ante la atónita mirada de leo – Clara me dio toda la información que creyó pertinente, y me dejó como tarea pactar mi propio rescate, exigiéndoles un cambio en el sentido que yo mismo considerase justo. No me gustan las guerras, así que pacté mi vuelta con la condición de que, al margen de los beneficios que perdiesen con esta maniobra, todos los productos bajo su patente quedasen fuera del alcance de industrias orientadas al uso militar y de seguridad de estado. ¿Te parece apropiado?

- Me parece brillante, estoy muy impresionado.

- ¡Buenos días, familia! ¿Quién quiere desayunar?

Estoy empezando a disfrutar mi estancia en este espontáneo hogar. Al parecer va a llevar un tiempo que el chico se reúna con su familia. No sólo es brillante, sino también muy fuerte. No diría que el mundo necesita líderes inteligentes, fuertes y valientes como él, sino más bien que necesitamos gente tan inteligente, fuerte y valiente como él para comprender y mantener un mundo sin líderes.

2 comments:

  1. Y... piensan que llegará el momento del reencuentro familiar...

    ó será que ya les es imposible a sus padres salir de su vorágine consumista industrial...

    ó será que Christian ya no quiera volver a su "hogar" familiar...

    ó peor aún, será que sus padres ya no lo reclamen mas...

    (todas opciones pesimistas, aunque válidas...)

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  2. Jo ! Jo ! Joooo !!!

    FeLíZ NaViDaD !!!!...???

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