3 - ¿ Quién eres ?


- Es el procedimiento habitual, don Leonardo, le agradecemos su colaboración y lamentamos las molestias ocasionadas. Con esto es suficiente, puede marcharse.
- Pero agente, ¿se puede saber en qué andaba metida esta señorita? Como ya le declaré, nos encontramos en los alrededores y decidimos compartir un café. Eso es todo lo que sé de ella… y ciertamente me inquieta la idea de  haber podido estar sentado en una cafetería con una criminal y llegar a no saberlo nunca.
- Como comprenderá, esa información es confidencial, de hecho ni siquiera yo tengo constancia del caso. Esta ciudad es muy grande y todos los días pasan cosas, ¿entiende?
- Sí, claro… entiendo…- dijo Leo dubitativo, y, emprendiendo la marcha tras agradecer al agente su atención, se dijo a sí mismo- Me pregunto si tendrá que pasar mucho tiempo aquí…
- Tan sólo el necesario para hacer efectivo el pago de la fianza. ¡Este sistema apesta!
¡No podía ser cierto! Allí estaba ella otra vez, en la salida de la comisaría.
- Espero que no hayan sido duros contigo- Comentó, mientras emprendía lo que parecía una marcha de dos hacia algún lugar.
- Oye…Mara…- Comenzó Leo, sin saber muy bien por dónde hacerlo-  Te agradezco mucho la oportunidad que me has querido brindar, todavía no entiendo muy bien por qué lo hiciste, pero antes de poder preguntártelo he sido arrastrado aquí y esto está empezando a ser demasiado para mí. Comprenderás que necesite una explicación de lo que está pasando para poder salir de este trance.
- ¡Si es muy sencillo! Tú ibas a tirar algo que al parecer ya no te sirve, y yo te lo pedí.
- Sí, una práctica cuanto menos peculiar, pero no sólo fue eso sino que vino seguida de la detención de ambos, ¿Quién eres? ¿ y qué hiciste?
- Siempre obviando lo más importante y quedándose con los detalles más irrelevantes…Está bien: Soy Mara y robé un coche.
- ¿Tienes problemas económicos? Por tu instantánea puesta en libertad bajo lo que supongo es una sustanciosa fianza, no creo que los tengas…
- No, no los tengo. En realidad, no robé nada. Necesitaba un vehículo y pensé en tomar uno prestado y a la vuelta dejarlo en su lugar. Los coches pasan en las ciudades fuera de uso una media de veinte, ¡veinte horas de cada 24!, mientras otras personas tienen el acceso limitado a ese tipo de transporte y muchos otros servicios. Digamos que en esta ciudad, como en todas las demás, ser el propietario de un bien legitima tu derecho a darle un mal uso. Yo no voy a formar parte de ello. Crear  normas propias para este  juego acarrea sus consecuencias. Lamento que en este caso te hayas visto envuelto tú también, y espero que puedas perdonarme. En caso contrario no sé lo que vamos a hacer para convivir si me guardas rencor.
- ¿Convivir? – Leo encontraba cada vez más complicado seguir el hilo de esta conversación.
- Oh, cierto. Todavía no aceptaste darme aquello que te pedí. Y bien, ¿Qué me dices?
- ¡Te digo que estás desequilibrada y que es la primera vez que alguien me pide algo tan retorcido y absurdo!
- No tan absurdo como tu suicidio - Afirmó ella.
Leo, fuera de sí, respondió - ¡Tengo la libertad de hacer con mi vida lo que considere oportuno!
- Y, si no me equivoco, lo que estabas haciendo cuando te encontré era renunciar a ella. – Apostilló Mara sin sofocarse – En realidad, – prosiguió -  no puedo decirte que sea algo que no esperaba. A todos nos pasa lo mismo. Rechazamos algo hasta que otras personas se muestran interesadas en ello, momento en que evitamos dejar de poseerlo sin saber muy bien el porqué. Yo seguiré teniendo la misma esperanza de vida, y mis planes han sido cada vez más difíciles de cumplir en una sola, por lo que los próximos días estaré tan dispuesta a recibir tu ayuda como ahora. Aquí tienes mi teléfono – y dándole, no un número anotado, sino un teléfono móvil, añadió – Llámame cuando quieras.
Le dio un beso en la mejilla e inició su marcha de espaldas a Leo, quien por primera vez se detuvo a admirar su belleza mientras se alejaba. Sus largas ondas pelirrojas acariciaban unas curvas sinuosas. El movimiento de su falda al caminar dejaba entrever unas piernas de piel clara que marcaban un paso tan firme como armónico.
Tras verla desaparecer entre la gente,  Leo comenzó a caminar en dirección opuesta.
Sus pasos le llevaron de nuevo a la estación. Caminó hacia el túnel y se sentó en uno de los bancos del andén.
La lucecita naranja anunció la llegada del siguiente tren. Y después del siguiente… y del siguiente…

Estoy abrumado… Todavía no han pasado veinticuatro horas desde que lo intenté y ahora mismo me aterra pensar que podría haberlo logrado.
Todo lo que me dijo… es como si hubiera llegado paralelamente a las mismas conclusiones que me atormentaban a mí… Aunque parece estar metida en algo peligroso…
¡Pero iba a quitarme la vida! ¡Ahora no puede haber nada más peligroso para mí que yo mismo!
Sea como fuere, quiero saber más, y eso es algo que creí que jamás volvería a pasar. No lo de saber, sino lo de querer.

7 comments:

  1. bravo!! me ha encantado! una historia genial ya la vez reeducativa ;)

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  2. Me encata chicos!!!! esto pinta muy interesante... como todos los seguidores de la historia, espero el próximo capitulo!!!!!

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  3. Hey! Alguien en mi casa posteo en mi nombre! bueno, por suerte dijo justamente lo que queria decir yo. Esta buenisimo! Buen trabajo!!!!

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  4. jajajajaj !!!
    Fué Mamá !!
    Es que tenés automatizada las entradas desde el google
    Bue, ya cuando vengas lo verás
    Un saludo chicos y adelante !!!
    HéC PáC

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  5. Seguid así!! Está genial la historia y ya va cogiendo más forma ;)

    Salu2

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  6. Increible, he leido las 4 primeras entradas de una vez. ¡¡Me encanta!! Seguid así chicos porque espero con ansia el siguiente capitulo.
    Un beso

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